La tragedia de las muertes y heridas graves por balas perdidas en Colombia no cesa.

Sólo en el comienzo de esta temporada de fin de año se han conocido públicamente cuatro casos de víctimas de esta forma de violencia, dos de ellas mortales.

CERAC ha venido estudiando a lo largo de los dos últimos dos años esta forma de violencia no intencional pero que afecta seriamente las personas en Colombia, gracias al apoyo del Small Arms Survey, proyecto de investigación de la Universidad de Ginebra en Suiza.

Estos son algunos hallazgos básicos:

 Más de 2670 víctimas documentadas en estudio pionero a nivel nacional.
 Fuerte crecimiento de este tipo de violencia.
 Los niños y menores de edad los más victimizados.
 Cerca de 700 muertes documentadas en diez años.
 Más de una muerte semanal por balas perdidas desde 1990.
 El fin de año es cuando más ocurre esta forma de violencia.

En el primer estudio que se realiza a nivel nacional sobre balas perdidas en Colombia, investigadores de CERAC lograron documentar 2.670 víctimas de balas perdidas en el país entre 1990 y Septiembre de 2011. De este total, un 26% (693) murieron y 1977 (74%) resultaron heridas a causa de esta forma de violencia.

La violencia por balas perdidas afecta de manera desproporcionada a los niños, niñas y adolescentes: en efecto un 35% de las víctimas registradas (949) eran menores de edad y el 29% (276) de ellos murió como consecuencia de los proyectiles de arma de fuego. La naturaleza frágil de los menores y su incapacidad de protegerse frente a una situación de riesgo explica este exceso de victimización de menores de edad.

Más preocupante es que esta violencia, predominantemente urbana, está al alza. Mientras el homicidio se ha reducido levemente en los últimos 5 años, las muertes por balas perdidas presentan un crecimiento sostenido. Según el estudio, en el 2010 hubo un total de 472 víctimas de balas perdidas, de las cuales el 27% (126) murieron y el 73% (346) resultaron lesionadas. Comparativamente, esta cifra representa un aumento del 11% (47) respecto al 2009, y a su vez un aumento del 38% (34) en el número de víctimas letales. Tomando el total de víctimas de 2010, esto significa que cada día por lo menos una persona murió o resultó herida por una, o más, balas perdidas en Colombia en ese año.

Aun cuando no hay cifras consolidadas para el 2011, tanto las fuentes de prensa como la Policía Nacional registran importantes aumentos hasta septiembre, indicando que el fenómeno continúa agravándose en el país.

Ahora bien, aunque el número de víctimas es relativamente bajo al ser comparado con el total de víctimas de la violencia homicida con armas de fuego en el país (un total de 12.538 muertes en el 2010), sus costos e impactos sociales son muy altos en razón del carácter indiscriminado y aleatorio, que termina afectando a los más débiles e inocentes, y por la sensación de inseguridad y desprotección que genera.

La documentación de casos para este estudio la realizó CERAC a partir de una exhaustiva búsqueda, recopilación y consolidación de registros de prensa e información de la Policía Nacional.

La naturaleza aleatoria de esta violencia se evidencia, por ejemplo, en que del total de víctimas registradas en 2010, al menos 160 eran menores de edad (33%), 95 eran mujeres (20%), y 18 se encontraban en sus hogares o al interior de una construcción (cerca del 4%).

Los municipios con mayor número de víctimas de balas perdidas, son las mismas ciudades que registran las cifras más altas de homicidios cometidos con arma de fuego: Medellín (106 en 2010, el 22% del total de registros de ese año), Cali (75, 15% del total de registros), Barranquilla (45, 10% del total de registros) y Bogotá (24, 5% del total de registros). No obstante, no sólo en las grandes ciudades se concentra este fenómeno, de hecho, es una forma de violencia que se distribuye a lo largo de la geografía colombiana, 274 municipios de Colombia registran por lo menos un caso de bala perdida.

Tomando solamente información de aquellos casos (450) en los que se cuenta con información de contexto, en un 24% (106 casos) las balas perdidas fueron el resultado de una acción sicarial, seguido por los enfrentamientos entre pandillas (21%), y los disparos al aire (14%).

Vale la pena destacar que es en el fin de año cuando ocurre más esta forma de violencia: 67% de las víctimas que resultaron heridas o muertas por disparos al aire, sucedieron en los meses de diciembre y enero, es decir, en época de festividades.

Esta violencia es fácilmente prevenible. Sólo se trata de emprender acciones, a nivel nacional y local, que fortalezcan los controles al porte y la tenencia de armas de fuego, se eduque en prevención del riesgo que representan las armas y se concientice a los ciudadanos y miembros de la fuerza pública de que un arma de fuego siempre es peligrosa, aún en manos de un experto.

Este llamado se hace particularmente urgente, para esta temporada de fin de año: Sí es posible una navidad sin víctimas de balas perdidas.

Para mayor información por favor comuníquese con dos de los autores del estudio:

Claudia Navas Caputo
Investigadora de CERAC
Claudia.navas@cerac.org.co

Jorge A. Restrepo
Profesor de la Universidad Javeriana y Director de CERAC
Jorge.restrepo@cerac.org.co jarestrepo@javeriana.edu.co

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